Comprender acordes disonantes y consonantes

Comprender acordes disonantes y consonantes

Los acordes consonantes suenan armoniosos y agradables para los oídos occidentales, mientras que los acordes disonantes suenan chocando y provocan una sensación de tensión. Se ha demostrado que la cantidad de consonancia o disonancia en un acorde afecta el estado de ánimo de una persona, y hay algunos estudios que demuestran que incluso las personas divertidas reconocen los acordes disonantes como "tristes" y consonantes como un sonido "feliz". No se necesita conocimiento de música explícita para reconocer la diferencia; Se ha demostrado que el grado de disonancia en una pieza musical crea efectos bioquímicos en el oyente asociado con diferentes estados emocionales agradables y desagradables.

Historia y estudios modernos

El efecto de los acordes de consonantes y disonantes en el oyente ha sido reconocido en la música occidental al menos desde la matemática griega Pitágoras en el siglo V a. C. Investigación psicológica reciente ha demostrado que incluso los bebés de 4 meses prefieren la música consonante a disonante. Sin embargo, los académicos están indecisos en cuanto a si el reconocimiento es un rasgo aprendido o inherente, porque los estudios sobre personas de cultivos no occidentales tienen resultados variados, y los estudios sobre especies no humanas como chimpancés y pollitos son inconclusivos para.

Los acordes musicales están formados por dos o más tonos que suenan juntos, y la consonancia/disonancia es el resultado de la comparación de las frecuencias de sonido de las notas tocadas. Eso fue reconocido por primera vez por el científico y filósofo alemán del siglo XIX Herman Von Helmholtz. Las combinaciones de tonos musicales consonantes y que suenan agradables son aquellas con relaciones de frecuencia simples, como la octava, en la que la frecuencia del tono inferior es la mitad de la frecuencia del tono más alto (1: 2); el quinto perfecto con una relación de 2: 3; y el cuarto perfecto a las 3: 4. Los intervalos muy disonantes, como el segundo menor (15:16) o el cuarto aumentado (32:45) tienen relaciones de frecuencia mucho más complejas. En particular, el cuarto aumentado, llamado Tritone, es lo que la Edad Media sabía como el "Diablo en la música."

Acordes disonantes y consonantes

En la música occidental se consideran los siguientes intervalos consonante:

  • Menor tercer ejemplo de C a EB
  • Tercero principal de C a E E
  • Perfecto cuarto ejemplo de C a F
  • El quinto ejemplo perfecto de C a G
  • Menor sexto por ejemplo de C a AB
  • Mayor Sexto por ejemplo de C a A
  • Octave-para ejemplo de C a C

Por otro lado, estos intervalos se consideran disonante:

  • Menor segundo ejemplo de C a DB
  • Principal segundo ejemplo de C a D
  • Séptimo por ejemplo menor de C a BB
  • Mayor Séptimo por ejemplo de C a B
  • Tritone-para ejemplo de C a F#; También conocido como el cuarto aumentado o el quinto disminuido, el tritono tiene un intervalo de 3 pasos completos

La disonancia se resuelve con mayor frecuencia al mudarse a un acorde consonante. Esto hace que la sensación inicial de tensión creada por los acordes disonantes para alcanzar una resolución. El término común para esto es tensión y liberar. Sin embargo, la disonancia no siempre debe resolverse, y la percepción de los acordes como disonante tiende a ser subjetivo.

Fuentes:

  • Cocinar y. 2009. Percepción de armonía: la armoniosidad es más que la suma de la consonancia de intervalos. Percepción musical: una revista interdisciplinaria 27 (1): 25-42.
  • Cousineau M, McDermott JH y Peretz I. 2012. La base de la consonancia musical revelada por la Amusia congénita. Actas de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos de América 109 (48): 19858-19863.
  • Schön D, Regnault P, Ystad S y Besson M. 2005. Consonancia sensorial: un estudio ERP. Percepción musical: una revista interdisciplinaria 23 (2): 105-118.
  • Sollberger B, Rebe R y Eckstein D. 2003. Los acordes musicales como contexto de cebado afectivo en una tarea de evaluación de palabras. Percepción musical: una revista interdisciplinaria 20 (3): 263-282.